viernes, 30 de noviembre de 2012

OH QUÉ SERÁ

Se conformaría con unas gotas de piano y el suave barrido de las escobillas sobre la batería; o quizá con una  melodía de probada y vulgar sentimentalidad. Sentir el sobrecogedor vacío bajo sus pies al volar por encima de las calles tan solo con su voluntad mientras sueña dentro del sueño que le sueña y le eleva ignorando la Ley de la Gravitación Universal. Eso fue hace tres noches porque ahora, con el trajín del cambio de domicilio, todo es nuevo y el dormir se hace de rogar en las frías noches madrileñas. Mientras curioseaba por las calles cercanas a la Puerta del Sol le vino a la memoria la primera vez que vio Madrid. Un autobús le dejó en la plaza de Ramales, cercana a la plaza de Oriente y su Palacio Real, ¿sería un Setra-Seida o algo así?, no podía recordarlo. Aquel otoño fue soleado, seco y caluroso; se acomodó en una de las mesas de la terraza del café de Oriente y tomó un par de huevos fritos con jamón, una copa de vino tinto y un café. Al acabar se repantigó en la silla y fumó un cigarrillo mirando el trasiego de la plaza a la vez que su mente divagaba por cumbres alpinas sembradas de bosques otoñales a sus pies; tan alto había subido en su ascensión que pudo ver a lo lejos, justo en la raya del horizonte, la playa de negra arena en la que se plantaron su pies sin solución de continuidad, en contraste con los ocres brumosos y el turquesa de las aguas  espumosas que rompían contra sus tobillos borrando las huellas de su caminar entre voluta y voluta de humo. Al levantarse, si alguien le hubiera observado, hubiera podido ver un movimiento en sus pies parecido al que se hace cuando se le duermen a uno, pero en realidad era la arena que se le había metido entre los dedos y pegado a la planta. 
En el Real estaba anunciada La Flauta Mágica, pero el periódico decía que se había suspendido por falta de presupuesto. A Aculeo la crisis no le afectaba, todo lo contrario, se estaba haciendo rico por culpa de la misma, inmensamente rico, tanto, que se había planteado por primera vez en su vida, jubilarse. Se levantó de la silla, sacudió los pies y palpo el arma a su espalda, bajo el cinturón. Si -se dijo-, después de este trabajo me tomaré unas semanas de vacaciones.